Y tú, ¿ qué alimentas?

Luis Avilés

Jue, 11/12/2020 - 20:21

Somos lo que hacemos, lo que frecuentamos, aquello a lo que concedemos un lugar y un espacio importante en la vida. Tenemos en gran medida el poder de elegir lo que queremos vivir: odio o concordia, pesimismo u optimismo, fe o escepticismo... Educar nuestra libertad y nuestra voluntad para dedicar tiempo a lo esencial de nuestra vida, a lo que nos apasiona, a lo que nos satisface de fondo, es una de las claves de la felicidad.

Os presento un cuento indio que posiblemente habéis leído o escuchado alguna vez:

Cuenta la leyenda que un anciano y sabio jefe de una tribu Cherokee le enseñaba a uno de los jóvenes guerreros, posiblemente su nieto, acerca de la vida.

Viendo las contradicciones que vivía el joven entre distintas formas de afrontar las disputas con otros jóvenes, le dice:

- “En cada ser humano se libra continuamente una gran batalla, una batalla interior entre impulsos enfrentados y contrarios. Es como la lucha entre dos grandes lobos que quieren dirigir la manada. Uno de ellos representa lo oscuro, lo retorcido, lo innoble. El otro representa lo claro, lo honesto y noble.
El joven se queda pensado y pasado un tiempo le pregunta:

- “Noble anciano, y ¿ qué lobo gana?”

El sabio jefe de la tribu, le mira fijamente y le contesta:

- “Aquel que más alimentes a lo largo de tu vida”.

 

Me gusta este cuento, a pesar de esa dicotomía entre bien y mal que presenta, con la que no estoy totalmente de acuerdo tal como es presentada.

Me interesa, sobre todo, por lo que entiendo que quiere transmitirnos:  las personas tenemos el poder y la capacidad para hacer crecer y desarrollar en nosotros mismos distintas vivencias. Algunas positivas (valores, capacidades, habilidades …) y otras no tan positivas (miedos, rencores, obsesiones …)  a través de las opciones y decisiones que continuamente estamos tomando.

Podemos elegir ir en una dirección u otra al alimentar unas vivencias u otras, tanto si las exteriorizamos como si no. Vivencias como son el odio o la concordia, el pesimismo o el optimismo, la fe o el escepticismo …

Y ante esto, nos pueden surgir varias cuestiones:

  • ¿Qué significa aquí alimentar?, o ¿a qué se refiere con alimentar?
  • ¿Qué podemos alimentar?

 

¿Qué entendemos por “alimentar”?

Alimentar es dar espacio, lugar y tiempo en nuestra vida cotidiana a determinados aspectos vivenciales que podríamos catalogar como positivos o negativos.

Es ejercitar, desarrollar, frecuentar, repetir, volver sobre ese algo, actuar y decidir a partir de él, sentirlo, pensarlo, comunicarse, relacionarse en función de ese o esos aspectos o elementos de nuestra vivencia o sentir personal.

Cuando damos espacio en nuestro interior, en nuestra mente, en nuestro corazón o en nuestros actos a algo, le damos vida, lo alimentamos y hacemos que ese aspecto crezca, se despliegue, engorde, pudiendo llegar a configurar nuestra personalidad. Esto último sucede cuando se vive con frecuencia ese elemento en cuestión. Si fomento la reflexión podré ser una persona reflexiva, si fomento la mirada negativa llegaré a ser una persona que tiende a ver lo negativo.

¿Qué podemos alimentar?

Como ya decíamos anteriormente, podemos alimentar aspectos positivos o negativos de nuestra personalidad. Puede ser una virtud o un valor, una capacidad o una habilidad, una actitud o una tendencia, un comportamiento, un principio, una idea, un pensamiento, una emoción o un sentimiento …

Parece de Perogrullo, pero somos lo que hacemos. Somos lo que frecuentamos, lo que ocupa un lugar y un espacio en nuestra vida.  Uno llega a ser habilidoso con los ordenadores dedicando tiempo a ello, se llega a ser honesto realizando actos de honestidad, se llega a ser obsesivo de tal cosa pensando muy a menudo en ello y sin freno. Se llega a ser miedoso dejando que el miedo ocupe espacio en nuestra vida.

Realmente, ¿tenemos la capacidad de elegir lo que queremos vivir?

En una gran parte, sí. Va a depender del grado de conciencia que tengamos de nosotros mismos.

Aquello de lo que somos conscientes, lo podemos llegar a dominar y controlar, pero lo que es inconsciente, es incontrolable. Lo vivimos, pero no nos damos cuenta de ello. Por tanto, es fundamental ganar en conciencia de lo que vivimos, pensamos y sentimos, del porqué de nuestras reacciones y comportamientos. Esa conciencia es el primer paso para poder dirigir nuestra vida en una dirección u otra. Es una tarea de nuestra inteligencia. Uno de los objetivos básicos de la formación PRH es ese, ayudar a que las personas puedan conocerse a sí mismas, identificando lo que viven y lo que les mueve a vivir así. Todos nuestros cursos tienen como primer objetivo ese autoconocimiento.

Pero no solo es importante tener conciencia de lo que uno siente, vive o piensa. Es necesario desarrollar la capacidad de elección entre vivencias distintas, ser capaz de diferenciarlas, localizarlas, poner la “mirada” en un elemento u otro,  y optar entonces por prestar una especial atención a un elemento u otro. Ahí entran en juego la libertad y voluntad individual. Libertad para elegir y voluntad para llevar a cabo, apoyar o afianzar lo elegido. Educar o reeducar nuestra libertad y voluntad para dirigir nuestra vida de una forma constructiva también forma parte de nuestros objetivos en la formación que ofrecemos en PRH.

La siguiente cuestión parece obvia, ¿a qué dedico mis pensamientos, mi sentir, mi actuar?

Me he encontrado a lo largo de la vida con muchas personas. He aprendido a observar e identificar qué alimentan más en su vida. En cuanto la persona se muestra, se deja ver, se nota.  En cuanto nos comunicamos se nos puede percibir. ¡Y hay tanta variedad de formas de vivir! …

Hay quien dedica gran parte de sus momentos cotidianos a “quedar bien”, a parecer, a no desentonar, a no molestar o no señalarse ante los otros.

Algunas personas alimentan mucho en su vida el ser reconocidos, admirados, halagados. Tratan de hacer las cosas muy bien, tratan de destacar, de ser vistos, se esfuerzan por dar una buena imagen.

Otros dedican gran parte de su tiempo a estar distraídos, ocupados, haciendo cosas para no encontrarse frente a sí mismos, o para no sentir el aburrimiento, la soledad o el vacío. O se entregan frenéticamente a algo: ver futbol, coleccionar cosas, trabajar intensamente, etc.

También existen quienes desarrollan valores y actitudes positivas que viven con los demás y consigo mismos. Han aprendido a desarrollar la empatía, a amar el estudio y la investigación de alguna materia, a colaborar con determinada tarea que les apasiona, a sentirse con algo que aportar o transmitir a los demás, a buscar cómo mejorar su organización o trabajo, por poner algunos ejemplos.

Hay quien ha desarrollado tanto un valor concreto que se le identifica claramente con él. Llega a ser bondadoso o bondadosa, trabajador o trabajadora, justo o justa, sensato o sensata …

También están quienes les dan vueltas a las cosas, rumian y se regodean en ello.

Están quienes han alimentado la sensación de que no van a tener éxito en la vida. O los que tienen la agresividad y la rabia a flor de piel habitualmente, o la envidia, o la tristeza. O los que se sienten culpables por todo, por hacer o por no hacer.

Y así podría continuar y continuar y continuar.

Como conclusión.

La vida es más corta de lo que parece. No la desperdiciemos dedicándola a lo que no enriquece. Si la desperdiciamos, si se nos pasan las horas muertas… ¿qué podemos esperar que sea nuestra vida?, si no controlamos suficiente lo que vivimos, ¿dónde vamos a llegar?, si no perseveramos en cosas que son importantes, ¿qué pretendemos conseguir?

Y una invitación. Dediquemos tiempo a lo importante, a lo esencial de nuestra vida. Hay tiempo para muchas cosas, pero tenemos que elegir bien aquello a lo que nos entregamos, de manera que nos podamos quedar lo más satisfechos posibles con nosotros mismos, con nuestro comportamiento y manera de vivir.

Finalmente, nos podemos preguntar:

  • ¿Cómo soy yo? ¿Qué alimento de manera habitual?
  • ¿Estoy satisfecho/a de ello?
    • Si estoy satisfecho/a, ¿por qué?
    • Si no estoy satisfecho/a, ¿podría hacer algo para cambiar esta forma de vivir?

Comentarios

Nuevo comentario