"Y mientras la tierra respiraba, llegaron las lluvias; esas que tanto habíamos deseado.
Llegaron silenciosas, calladas. Sin que apenas nos diéramos cuenta de que las habíamos llamado antes y allí estaban...
También llegó la primavera. La adivinábamos tras las ventanas y las calles desiertas. No la vivimos de cerca, pero oíamos las mirlas cantar, y podíamos sentir su latido, como siempre cuando llega.
La Naturaleza, si la dejamos, guarda su propio orden, es perfecta.
Aquellos días, nos sirvieron para recordar lo que habíamos olvidado, que todos éramos uno, y uno con la Tierra.
Lo que estábamos viviendo, nos hizo salir de la cueva. Nos pusimos en marcha para dar lo mejor de nosotros mismos, para hacer cada uno lo que podíamos o sabíamos hacer, pero unidos; llegamos a sentir nuestra fuerza. No estábamos solos, nos necesitábamos, nos teníamos y nos cuidábamos unos a otros.
Hubo mucho dolor y sufrimiento. Gente que tenía peores circunstancias, que estaba sola o enferma, gente que moría, y familiares que no podían estar con sus familias. Pero todos nos sentíamos cerca de ellos. Los llevábamos en nuestros pensamientos, deseábamos el mayor bien para sus vidas.
La solidaridad cogió las riendas...
Los que podían, trabajaban, para que todo siguiera adelante y no nos faltara de nada. Los médicos, enfermeras, personal sanitario, ofrecían sin descanso sus cuidados, y los demás, nos quedábamos en casa para protegernos todos.
Pasábamos días confinados en familia, y aquel tiempo, lo invertimos en ocuparnos de lo que habíamos dejado a medias, valoramos lo que era importante de verdad, le dimos espacio al juego, la imaginación, la creatividad, la belleza...
Cantábamos y aplaudíamos cada tarde en los balcones para dar las gracias. «Resistiré» se convirtió en nuestro himno, en la expresión de nuestra fuerza.
Y nos fuimos acercando unos a otros cada vez más en la distancia. Descubrimos que ese acercamiento ¡nos hacía sentir tan bien! Lo habíamos olvidado..., pero estaba en nosotros impreso, era nuestra verdadera naturaleza.
Aunque nos creíamos separados, nunca habíamos estado solos, y aquellas circunstancias adversas, nos hicieron recordar la verdad, que todos éramos uno, y uno con la Tierra.
Poco a poco, el miedo fue dando paso al amor, sanábamos nosotros, y en nuestra pausa, sanaba la tierra.
Todo volvía a su orden dentro del caos, la Naturaleza es sabia, es perfecta.
Aprendimos que lo que más podía ayudarnos, era la calma. Permanecer en la espera confiada, en la Esperanza.
Empezamos a creer en nosotros mismos, como personas, y como humanidad. Cada día aparecían recursos nuevos ante lo incierto, recursos que llevábamos dentro sin saberlo. Empezamos también a confiar más en la Vida, a dejarnos llevar ... ¡Lograríamos salir de aquello!
Fuimos más conscientes que nunca de nuestra vulnerabilidad, y al mismo tiempo, íbamos descubriendo todo nuestro potencial.
De la distopía que parecía inimaginable vivir, y vivimos, a la utopía que todos hemos soñado alguna vez, había un largo camino por recorrer aún, pero el puente, ya estaba hecho. Lo hicimos nosotros, entre todos, dejando atrás la vieja tierra para dar paso a un mundo nuevo, que clamaba por vivir sin que nos diéramos cuenta.
Aquel despertar, nos hizo libres, libres para elegir de nuevo el camino...esta vez, con más consciencia.
Paloma Rojas, voluntaria de PRH. Granada.
Lo que nos expresa Paloma tan bellamente, nos puede alcanzar en lo mejor de nosotros. Podemos compartir la visión del ser humano que se trasluce en su escrito: como somos capaces de mejorar, de cambiar y sacar lo mejor de nosotros mismos. Podemos percibir claramente su amor a la Vida y a la Naturaleza, su llamada a la unidad entre todos y con la Tierra.
El texto está cargado de vida. Es un verdadero canto a la esperanza y a la fe en el ser humano.
Gracias, Paloma, por tu aportación.
Finalmente, nos podemos preguntar después de leer lenta y reposadamente el texto:
- ¿En qué me alcanza lo que en este texto se expresa?
- ¿Vitaliza, dinamiza o activa algo de lo mejor de mí? ¿Qué?
- Me detengo a gustarlo y descifrarlo por escrito.
Es un regalo de luz.
Me ha hecho viajar a un horizonte de tiempo, donde el "hoy" ya es ayer y la esperanza se renueva, dejándonos una siembra... que ¡ojala! florezca.
La Esperanza, es preludio de Vida nueva.
Gracias.