Leí hace tiempo el libro “Vagabundo en África”, de Javier Reverte, que me llegó profundamente y en particular esta frase: «donde hay un deseo, hay un camino».
Mucho después descubrí que Winston Churchill dijo algo parecido: «allí donde hay una voluntad, hay un camino».
Suscribo estas dos frases; forman parte de mi experiencia personal: “donde hay un sueño que perdura, hay un camino para lograrlo”. Es una certeza que me invita a tomarlo en serio y preguntarme: ¿qué quiere vivir de mí?, ¿qué camino tengo que recorrer para que se haga posible?
Nada de lo que aspira a vivir de lo mejor de mí, en mi ser, se pierde; la vida que contiene sigue bullendo, manifestándose de diferentes maneras. Ese sueño profundo, esa voluntad sigue ahí, activa.
Normalmente ha requerido de mi parte confiar en ello, darme espacio para analizarlo por escrito, poner las palabras que surgen y dejar que el horizonte se vaya abriendo; un horizonte hecho de pequeños pasos, de intuiciones sobre qué, cómo, cuándo...
Para ello he necesitado también ayuda, alguien que me sostenga cuando el miedo al cambio, a lo nuevo, me ha atenazado; alguien que ha creído en mí y me ha acompañado en este proceso.
Profesionalmente también tengo esta experiencia. Acompañar a varias personas en este proceso es una de las grandes satisfacciones que vivo en mi trabajo como formadora PRH. Acompañar a las personas en su proceso de descubrimiento y encarnación de su sueño, de su pasión a nivel profesional. Dos ejemplos:
- La aspiración a crear, preparando comida y ofreciéndola de una manera atractiva en un lugar en la naturaleza..., viniendo del mundo de la informática,
- La pasión por dibujar, ilustrando libros, a manager de una empresa global de consultoría de diseño..., viniendo del campo de las agencias de viajes,
Otros dos procesos que he seguido de cerca:
- El compromiso por acompañar la vida, modificándose y evolucionando desde lo biológico a lo psicológico, al crecimiento personal.
- El amor por las personas para ayudarlas a que sean felices, descubriendo lo mejor de ellas mismas a través del cuerpo, la meditación y la danza, y del crecimiento personal …, viniendo de la gerencia en el sector financiero de los fondos de inversión.
Estas experiencias me hablan de que la vida de nuestro ser, siempre (o casi siempre), se abre camino, se manifiesta por intuiciones, reflejos, aspiraciones, sueños…, y merece ser tomada en serio. Aunque los miedos aparezcan y nos atenacen.
Porque Todo está ahí, en ese subsuelo de la Humanidad, en ese subsuelo interior de hombres y mujeres de este planeta; todo está ahí para forjar un mundo más humano, como dice André Rochais; un mundo más humano y sostenible, para ser descubierto, vivido, y entregado. Nada está perdido, aunque quizás se encarnará de diferente manera a como lo pensamos o intuimos. Lo esencial está más allá de eso.
Si tienes un sueño, un deseo profundo que sientes y el impulso de buscar cómo hacerlo posible; puedes contar conmigo para acompañarte en ese camino de realización.
Si tienes esta misma certeza, has vivido este proceso, y experimentado la confianza en la vida y su dinamismo, ¡cuéntame tu historia!
Y una llamada a la Confianza.
Gracias, Rosa.