LA TRANSFORMACIÓN DE LAS PERSONAS Y DE LAS ORGANIZACIONES, ¿REQUIERE UN CAMBIO DE MENTALIDAD?

Luis Avilés

Lun, 07/04/2022 - 11:41

A partir de la educación recibida y de nuestras experiencias, todos hemos elaborado un marco de referencia mental, un sistema de creencias, principios, valores, etc. con el que analizamos lo que percibimos e interpretamos la realidad. El problema es que vivimos en un mundo muy complejo y que cambia a una velocidad cada vez mayor, mientras que nuestra mentalidad tiende muchas veces a volverse rígida y a cerrarse frente a lo novedoso o lo diferente. Por eso, para nuestro éxito personal o como organización, es necesario desarrollar una apertura mental y una capacidad de adaptación a la realidad. Eso no significa que tengamos que dejar de ser nosotros mismos o renunciar a los valores profundos que están a la base de nuestra identidad personal, pero sí que es sano que podamos cuestionarnos lo aprendido y nuestros patrones de lectura de la realidad, para que nuestra mentalidad pueda estar en continua evolución.

A menudo escuchamos a psicólogos, consultores o coaches expresar la necesidad de cambiar de mentalidad para poder evolucionar, afrontar la nueva realidad y tener éxito en la transformación de las personas, las empresas y organizaciones.

Pero, ¿qué es la mentalidad?, ¿qué entendemos por mentalidad?

Mentalidad es la forma que tenemos de ver y comprender la realidad con la que nos confrontamos. Es como un marco de referencia a partir del cual interpretamos (decodificamos) lo que percibimos. Es a través de ese marco de referencia o estructura mental que la persona percibe, entiende, comprende y se relaciona con la realidad exterior o interior. Ese marco de referencia está constituido por unos "a priori" que hemos ido creando: creencias, principios, esquemas mentales, etc,  que sirven de referencia y comparación para leer y asimilar la realidad nueva con la que la persona se encuentra.

La persona trata de conocer la realidad tratando de “hacerla pasar” a través de ese marco de referencia. Trata de encajar lo percibido en su esquema mental. En general suele resulta fácil, pero hay ocasiones en las que lo percibido puede no encajar en la estructura mental que tiene. Entonces, la persona tiene dos opciones: abrirse a lo desconocido y asumir interrogantes, o hacer pasar, como sea, eso percibido a través de su marco de referencia. A veces esta segunda forma lleva a producir deformaciones de la comprensión de la realidad, sesgos, distorsiones … Al respecto podemos decir que “uno ve lo que quiere ver”.

La mentalidad se configura a partir de la educación recibida, los aprendizajes y experiencias positivos y negativos que se han tenido a lo largo de la vida, los valores recibidos y aprendidos, los principios que se han generado… La mentalidad que tenemos influye y condiciona nuestros comportamientos y nuestras decisiones.

Generalmente, la mentalidad es algo inconsciente en la persona. Uno descubre cómo es su mentalidad cuando tiene que enfrentarse a algo que no le encaja o le cuestiona o cuando uno es cuestionado en su visión de algo.

Cada individuo tiene su propia mentalidad. Ésta puede ser más o menos abierta o cerrada. Abierta, si la persona es capaz de aceptar nuevos inputs (experiencias diferentes, aprendizajes nuevos, etc.) que moldean y permiten una cierta evolución; o cerrada, si esos nuevos inputs no contribuyen a una adaptación, moldeamiento, desarrollo de la mentalidad del individuo.

Podemos decir que hay personas que tienen una mentalidad infantil cuando no han evolucionado y ven la realidad como si fueran niños.  El niño ve la realidad en función de sus necesidades o en función de la moral recibida que separa taxativamente lo bueno de lo malo, generando fácilmente prejuicios y estereotipos básicos y elementales. El adulto, conforme va evolucionando va pudiendo descubrir que las personas no son ni totalmente buenas ni totalmente malas; y que todos tenemos algo de bueno y de malo.  La persona con mentalidad adulta puede ver que el mundo no gira en torno a sí, y que las interpretaciones de los acontecimientos y sucesos vividos en etapas anteriores de su vida pueden ser diferentes a las actuales.

Hay personas que van evolucionando adecuadamente en su mentalidad y son personas abiertas, comprensivas y buscadoras de la verdad, no de “su verdad”.  Esa evolución, por tanto, es fundamental para vivir y afrontar la vida, los proyectos, las nuevas situaciones o los problemas de una manera adecuada y realista.

¿Qué es el cambio de mentalidad?

El cambio de mentalidad es, en realidad, una evolución en nuestra manera de ver la vida, el mundo, las personas, las relaciones; en definitiva, todo. Cambiar no es abandonar una forma y coger otra. Eso no es posible.

Se va evolucionando, y esta evolución va a depender de:

  • las actitudes que se vivan y se hayan desarrollado. Actitudes como la búsqueda de la verdad más allá de lo que se conoce, la humildad para aceptar lo que no coincide con nuestra mentalidad actual, la apertura a lo nuevo o diferente, el querer aprender.
  • las opciones que se toman, los pasos que se den, el camino que se recorra. Por ejemplo, optando por salir de las zonas de confort para explorar territorios desconocidos e inexplorados, optando por escuchar al diferente, en vez de cerrarse, etc.
  • la capacidad de cuestionar lo aprendido y recibido y no conformarse con lo que se tiene, lo que se ha conseguido a través de la educación y las experiencias que se han tenido. Por ejemplo, cuestionando y relativizando prejuicios, estereotipos o patrones de lectura con los que clasificamos la realidad para tratar de comprenderla, teniendo en cuenta que lo que no podemos clasificar en nuestros esquemas mentales tendemos a rechazarlo.
  • la capacidad de estar en continua evolución. Todo cambia, por tanto, es necesario una continua adaptación.

Como vemos, el cambio de mentalidad está ligado a la adaptación a la realidad. La realidad evoluciona, es siempre cambiante. Es necesario que la mentalidad se adecue a esos cambios y evolucione al mismo tiempo.

Cambiar de mentalidad no es dejar de ser uno mismo, no es abandonar las creencias y valores profundos que están en la base de la identidad personal. Estos deben estar por encima o, mejor dicho, en la base de esos cambios. Tener esos valores profundos bien arraigados facilita la adaptación y la evolución de la mentalidad.  Por tanto, cambiar de mentalidad no es abandonar lo esencial de uno mismo, aunque sí es cuestionar la visión que tenemos de las cosas, de las realidades y de la vida en general.

El cambio de mentalidad es necesario para poder colaborar a construir un mundo mejor, un mundo en continua evolución. Si nosotros no evolucionamos para llegar a comprender mejor al mundo y la realidad en toda su complejidad, el mundo nos dejará atrás y nuestra contribución puede llegar a estar desfasada o fuera de lugar.

En PRH,  y especialmente en ENTORNO HUMANO, trabajamos con empresas y organizaciones para que este cambio de mentalidad personal y organizacional sea posible, efectivo y real. Nosotros mismos hacemos, y tenemos que seguir haciendo este proceso, que es para toda la vida.

Para terminar, os presentamos algunos ejemplos y comentarios que recibimos en el día a día que tienen que ver con este proceso y la importancia de este trabajo sobre la mentalidad:

  • “Si siempre hemos hecho esto así, ¿por qué ahora no da resultado?”.
  • “No me esperaba de esta persona esta manera de reaccionar. Me ha dejado con la boca abierta”.
  • “¡Por favor!, ¿dónde están los principios de la gente?”
  • “este jefe está un poco anticuado…”
  • “En mis tiempos esto era más sencillo…”.
  • “Yo, haciendo bien mi trabajo, tengo suficiente…”
  • “A éste lo tengo ya calado, ya sé cómo es…”
  • “No encuentro ningún sentido a tatuarse medio cuerpo…”
  • “Si no es obligatorio llevar mascarillas en espacios públicos, ¿por qué la llevas?”
  • “No comprendo el motivo de dejar un trabajo bien remunerado y con proyección de futuro por una aventura sin ninguna seguridad de éxito”.

Esperamos que este artículo haya sido interesante y útil para comprender qué es la mentalidad y cómo ir cambiándola.


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