Con ocasión del centésimo aniversario del nacimiento de André Rochais, fundador de PRH (nacido el 16 de marzo de 1921), y algunas semanas después del deceso de Claude Rouyer (que le sucedió como presidente de PRH Internacional) publicamos el relato de su primer encuentro, escrito por el mismo Claude Rouyer, en 1991.
Encuentro sorprendente, que puede inspirarnos como inspiró al autor de estas líneas que siguen.
« Era 1974, al final del mes de agosto. No conocía PRH, ni a Rochais; había oído hablar de André una o dos veces a un amigo y lo que me había dicho me había interesado mucho, sin despertarme el deseo suficiente de un encuentro. Yo estaba en ruta desde hacía varios años en un camino de transformación interior, utilizando otros medios.
Formaba parte en esa época de un movimiento nacional de jóvenes dirigentes de empresa. Habíamos hecho un gran trabajo sobre “la empresa del mañana” y habíamos llegado a la conclusión de que "la empresa con más éxito sería la que pusiese a las personas en el centro de sus preocupaciones".
Esta constatación nos llevó bastante pronto a buscar organismos de formación que pudieran ayudar a nuestros miembros a prepararse para este momento que, pensamos, lo cambiaría todo en la forma de dirigir las empresas. Fue entonces cuando el amigo que mencioné antes me dijo: "Tienes que conocer a André Rochais".
Accedí y escribí a André para pedirle una cita y explicarle en pocas palabras el propósito de mi petición. Recibí su respuesta a vuelta de correo...
Nos reunimos durante bastante tiempo. Le expliqué el propósito de mi visita: presentarle el proceso en el que estábamos comprometidos; conocer a PRH, examinar las
modalidades por las que PRH podría poner a disposición de nuestro movimiento un equipo de formadores y un curso adecuado.
André me escuchó largamente, con una agudeza e intensidad que me impresionaron y que me hacía esperar una respuesta favorable. De hecho, estaba muy interesado y me lo dijo; pero continuó diciendo: "Me temo que no podemos hacer nada para ayudarte, al menos por ahora... No tenemos las herramientas ni los formadores para trabajar en ese mundo..."
Yo insistía, intentando mostrarle el interés para un organismo de formación de entrar en el mundo empresarial y subrayando cómo la visión que PRH tenía del hombre y del grupo me parecía que tenía su lugar en nuestro proyecto.
Él aprobaba, pero me dijo: “Es verdad, pero no es la hora. Mi preocupación actual es la identidad de PRH, que requiere que no nos dispersemos”
Estaba decepcionado y, al mismo tiempo, no podía dejar de admirar la libertad interior de este hombre, fiel a su eje, fueran cuales fueran las consecuencias, y declinando una oferta tentadora, más allá de su atractivo inmediato...
Estaba previsto que comiéramos juntos. Hablamos de muchas cosas; él me interrogaba sobre mí y sobre el mundo de la empresa. De regreso a su oficina continuábamos
hablando y, sobre el final de encuentro, volví a hablar de mi proyecto una última vez, con la esperanza de hacerle ceder un poco y conseguir al menos que siguiera pensando en mi propuesta antes de tomar una decisión definitiva. Siguió siendo como siempre lo he visto, libre y cercano, y me dijo: "No, no tenemos a nadie para ese mundo y lo importante para nosotros está en otra parte”.
Siguió un largo período de silencio antes de que volviera a hablar: "Pero, - dijo, saltando de repente de su silla para acompañarme a la puerta-, ¿por qué no eres tú? Parece que estás hecho para ello”.
Me encontré en el pasillo, un poco aturdido, asombrado por la audacia intuitiva de este hombre y, una vez más, por su libertad interior, ya que no había hecho nada para intentar percibir mi reacción a la propuesta que acababa de lanzar...
Unos días después le escribí haciéndole la pregunta: "¿Cómo se llega a ser formador PRH?”
Recibí una respuesta de tres líneas: "Haciendo la formación por ti mismo”.
Nada más... Ninguna invitación particular, ninguna presión de ningún tipo. Este hombre libre respetó la libertad de los demás hasta el final. Tuve la oportunidad de comprobar después que ,si no le hubiera escrito, probablemente no habría vuelto a ponerse en contacto conmigo, dejándome en libertad.
Había hecho lo que tenía que hacer, el resto no dependía de él... No era indiferencia, era la manifestación de su fe en el dinamismo del crecimiento que existe en todo ser y la forma concreta de respetar una libertad que valoraba por encima de todo.
Libertad, audacia, respeto... tres rasgos de André Rochais que nunca he olvidado, como una "lección especial" que, diecisiete años después, sigue inspirándome y guiando mis pasos.
Claude Rouyer (1940-2021), antiguo presidente de PRH International
https://blog.prh-france.fr/2021/03/27/premier-face-a-face-avec-un-homme-droit/