Sanar no consiste en hacer reiki, tampoco en tomar flores de Bach. Sanar no es armonizar chakras... Ni siquiera es leer libros de autoayuda o hacer cursos de formación personal. No.
Sanar es hacerte cargo de ti mismo, y eso consiste en adentrarte en tu propio ser, abrirte a la consciencia de quien eres sin vendas ni reparos y confiar en las intuiciones profundas. Sanar tiene que ver con algo profundo e intenso, lejos de lo somero o efímero. Sanar consume cierta energía y tiempo, pide dedicación y constancia... Por eso muchos nos hemos acallado, desoído o negado durante años.
Sanar requiere por otro lado mucho, mucho cariño, porque la perfección hoy no ha venido. Ni mañana, ni nunca.
Lidiar contigo mismo y tu resistencia a los cambios también es sanar.
Sanar es abrir con cariño las heridas o cicatrices y escuchar el origen de su dolor sin quedar atrapado por él. Sanar es recorrer el camino desde la sensibilidad herida hasta el corazón, que está hecho para amar y ser amado. Sanar es permitir que desfilen una a una las emociones, liberando completamente su contenido, tímido y sutil unas veces, ensordecedor y chirriante otras. A estas alturas todos hemos experimentado el alto precio de salud corporal y espiritual que tiene amordazadas nuestras emociones. ¿Sirve para algo silenciar síntomas con medicamentos, si no buscamos su origen?
Sanar es focalizar la atención para comprender los porqués, para poder perdonarte y llegar a soltar, al fin, recelos y rencores, apegos y dependencias, miedos absurdos y preocupaciones desmedidas.
Sanar es ir "pa adentro", silenciarte, meterte en tus propias sombras y abrazarlas como una parte más de lo que eres. Sanar es descubrir que el miedo no tiene consistencia cuando lo miras de frente. Es solo niebla espesa que te impide ver lo que de verdad hay en ti y a tu alrededor.
Conocer, gustar y compartir las luces que habitan en tu espacio interior también es sanador, porque te augura un nuevo modo de sentir y vivir.
Sanar transforma el encogimiento en despliegue maravilloso, porque libera lo que se enquistó y permite descubrir la novedad incluso en lo que ya era solo recurrente y cíclico.
Reiki, cursos, libros… son sólo herramientas, ayudas válidas, sí, pero el verdadero canal de tu sanación eres definitivamente tú..., cuando despiertas, te escuchas, comprendes y te atreves a quererte de verdad.
“Sana, sana, culito de rana, si no sanas hoy, sanarás mañana”.
Puedes aplazarlo o afrontarlo. Puedes seguir buscando fuera o bucear en tu interior. Tú decides.