A propósito de la crítica

Juan Carlos Cisneros

Sáb, 06/06/2020 - 20:03

Hoy puedo decir que soy crítico frente a la crítica. Amo el sentido crítico expresión de una inteligencia viva, cuestionante y cuestionadora, libre de afectos egocéntricos, ordenada al bien y a la eficacia de nuestra vivencia colectiva. Es por ello que siento mucha pena al observar cómo la falta de rigor, la mentira, el prejuicio y el juicio descalificador se convierten en banderas retóricas frente a una sociedad que a veces parece más alienada respecto a ello que libre.

Hace unas semanas se me invitó a escribir en el blog sobre algún tema relacionado con el crecimiento. Agradecí la invitación, al tiempo que no sentía en mi interior nada que aportar en ese momento y decidí esperar, siendo además que algunas entrevistas a diferentes personas ocupaban el tiempo disponible para pararme y acoger lo que expresaros.

Ya con un poco más de tiempo, todo gira en mi interior alrededor de algunas dificultades relacionales y sociales que estamos viviendo en este periodo de confinamiento.

La dialéctica autenticidad-adaptación es uno de los fenómenos que más he trabajado y observado en mí mismo y en algunas personas desde que en el curso “Vivirme mejor en los grupos” se nos presentó, dentro de los ejes de progreso personal respecto a la vida en grupo.

En PRH afirmamos la importancia de existir desde quienes somos, respecto a toda nuestra realidad y en concreto en el ámbito de nuestra vida grupal. Me gusta mucho alcanzar la originalidad de tantas y tantas intervenciones en nuestra sociedad que expresan análisis críticos reflexionados, rigurosamente expresados, fruto del compromiso y la investigación. Me habla del papel de la inteligencia en el desarrollo humano que siempre ha precisado de ese carácter crítico que nace de la autenticidad de ser, donde se explicita, muchas veces sin manifestarse, un amor por las personas, las sociedades y el mundo como trasfondo último en su intencionalidad. Cada vez más olfateo ese sabor de bien por parte de muchas personas que, desde sus diferentes áreas de conocimiento, intentan honradamente dar respuesta a los enormes desafíos que como sociedades vivimos actualmente. Seguro que vosotros también.

Pues bien, hoy puedo decir que soy crítico frente a la crítica. Amo el sentido crítico expresión de una inteligencia viva, cuestionante y cuestionadora, libre de afectos egocéntricos, ordenada al bien y a la eficacia de nuestra vivencia colectiva. Es por ello que siento mucha pena al observar cómo la falta de rigor, la mentira, el prejuicio y el juicio descalificador se convierten en banderas retóricas frente a una sociedad que a veces parece más alienada respecto a ello que libre.

Intentando aportar soluciones, como formador PRH siempre me he planteado qué alcanzar como necesario para propiciar un sentido crítico que contribuya a nuestro crecimiento humano y grupal. Frente a esta pregunta tengo varios tipos de respuestas, unas aprendidas, otras sabidas, otras descubiertas fruto de mi experiencia. De las sabidas no voy a dar cuenta aquí; existen páginas y páginas sobre psicología social a las que podemos acudir. Muchas de las aprendidas e integradas en mi vida podéis leerlas en el libro “La persona y su crecimiento” (1). Voy a centrarme en las que he experimentado como válidas a lo largo de este viaje de crecimiento permanente, que me acompaña desde hace ya 40 años. Os comparto algunas de ellas:

1) Criticar por criticar es el ejercicio más absurdo que conozco, más cuando hay juicio y descalificación. Si me miro a mí para no observar a nadie, siempre ha sido expresión de un problema personal afectivo sin resolver. El juicio es una defensa frente al otro y no refleja ninguna dimensión crítica sino más bien mi propia limitación afectiva.

2) Criticar algo porque no me gusta precisa conocer bien el proceso emprendido que lleva a formular una decisión u orientación. A veces nos pronunciamos rápidamente frente a lo que escuchamos. He crecido en escuchar, respirar profundo, decantar, escucharme a fondo y al final reaccionar. Os aseguro que dignifica mucho mis intervenciones, aunque no vayan a ningún sitio porque no importa tanto el sitio al que lleguen, sino que sean expresadas desde mi conciencia profunda, para el bien común.

3) Un verdadero sentido crítico no se conforma con manifestar un desacuerdo; moviliza una búsqueda que es compromiso frente a una mejor solución. Criticar sin presentar propuestas de avance es muchas veces desahogo, aunque sea legítimo. Nada se ha manifestado más exigente en mi vida que no dejarme arrastrar por la mera crítica y aportar alternativas válidas para el conjunto, frente a las que recibo que no acaban de convencerme. A veces he sentido la tentación de adaptarme para no vivir el proceso crítico en su rigor.

Hay muchos otros elementos que he experimentado, pero no quiero dar lecciones; aprender de vuestra propia experiencia es la mejor maestra. De fondo, mi deseo y súplica es que pare ya esta vorágine de pronunciamientos sin contenido real más que la descalificación y el acoso mutuo. No buscan el bien común. Adaptarse no es perder en nada nuestra autenticidad; adaptarse es aprender a jugar limpio respecto a nuestros derechos, que en nada se ganan tirando por tierra el bien común. Libertad, sentido crítico y gestión de lo común no son incompatibles, son tres expresiones de nuestra riqueza como humanos a salvaguardar siempre, por “el bien de todos”.

Hasta pronto y con sentido crítico constructivo.

(1) “La persona y su crecimiento. Fundamentos antropológicos y psicológicos de la formación PRH” (capítulo IX El Grupo, pág. 229)

Comentarios

Orreaga
3 Julio 2024
Me ha gustado y aportado mucho. El sentido crítico constructivo es algo que veo se va perdiendo...

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