Una de las tareas de la vida es aprender a acertar en nuestras decisiones.
Acertar nos hace felices, crece la confianza en nosotros mismos, en la vida, nos ayuda a abrimos a los demás, y nos hace crecer. Nos permite experimentar que, en medio de la incertidumbre, de lo cambiante, de lo provisional, hay algo sólido dentro de nosotros, que permanece y da sentido. Acertar en las pequeñas decisiones de cada día transforma lo cotidiano en gustoso, agradable y armonioso. Y colaboramos así en construir unos entornos relacionales donde se puede desplegar la creatividad personal y mutua.
Cada día nos encontramos con decisiones a tomar aparentemente pequeñas: qué ropa me pongo hoy, qué alimento quiero tomar, respondo a tal persona o no, me doy un tiempo para mí, de descanso, de ocio, de ejercicio físico, de silencio,… leo este libro o veo una peli o una serie, cuánto tiempo quiero estar en las redes sociales, le digo tal cosa a mi compañero/a de trabajo, digo que no o digo que sí … Cada pequeña decisión que tomamos de manera lúcida, reflexiva y ajustada, tiene un impacto sobre nuestra vida y nuestros entornos. Así, construimos nuestra persona, nuestras relaciones y nuestra historia.
Por el contrario, cada desacierto, cada error o equivocación, tiene unas consecuencias para nuestra persona y su crecimiento, y para nuestras relaciones, en la medida en la que les afecte. Consecuencias que van a requerir nuevas decisiones, y que sin duda traen consigo un precio, del que muchas veces sólo nos damos cuenta con el paso del tiempo.
Por eso, afirmamos que ninguna decisión es neutra e indiferente respecto a nuestra felicidad y a nuestra realización como personas, a la construcción de las relaciones.
La buena intención, la buena voluntad no es suficiente para acertar. Necesitamos aprender a acertar en nuestras pequeñas decisiones de la vida cotidiana. Aquí os ofrecemos algunas pistas que os pueden ayudar:
- Ser consciente de que tengo la posibilidad de elegir en lo habitual de cada día, de que estoy ante una disyuntiva, una opción a tomar. La rutina, la superficialidad, la urgencia, la dispersión, la inseguridad en uno/a mismo/a … nos pueden llevar a “normalizar” lo que hacemos habitualmente, y creer que no tenemos necesidad de elegir, ni opción de hacerlo. Puedo elegir sí, ¡puedo elegir!
- Ser veraces, honestos/as con nosotros/as mismos/as. Abrir nuestros ojos a la realidad, dispuestos a reconocer lo que hacemos día a día y nuestros sentimientos, sabiendo que algunos pueden ser difíciles o dolorosos. Ser veraz con uno/a mismo/a, sin buscar fuera de nosotros, en los otros o en las circunstancias, la respuesta a nuestras decisiones. Sin trucos, sin rodeos o justificaciones. Ser veraz es vivir verdaderamente.
- Aprender a cuestionarse, lúcida y sanamente, para desvelar más y más la verdad, esa que no conocemos y que andamos buscando para decidir y elegir bien. También aprender a dejarse cuestionar por los otros, tanto por los que quieren nuestra felicidad, como los que a veces la vida nos trae inesperadamente y ponen una luz en nuestra búsqueda. Nuestra capacidad para cuestionarnos, saludablemente y para crecer, está estrechamente relacionada con nuestra solidez personal, y nos permite adentrarnos en capas desconocidas de nosotros mismos, capas de luz, de fuerza y de afirmación.
- Conectar con los dinamismos interiores que nos impulsan a mejorar nuestra calidad de vida cotidiana. “Vivimos sobre pozos de energía”, decía Andrés Rochais. Una energía que moviliza un potencial que habla de quienes somos, y que expresa en lo concreto, pequeño y limitado de cada jornada la grandeza que es cada ser humano. Abrirse a estos dinamismos interiores hace digna cada pequeña decisión del día a día, tomada con consciencia y responsabilidad.
- Aprender de mis aciertos en esas pequeñas decisiones, volver sobre lo que me ayudó, sobre lo nuevo vivido, sobre los “click” que a veces se dan y abren a una verdad buscada, sobre mis necesidades para hacer un buen discernimiento, … Aprender para ir descubriendo esa sabiduría interior que guía nuestra libertad. Y aprender de nuestros errores, reconociendo que no somos infalibles, sino humanos, abiertos a aprender, mejorar y crecer.
Cada uno podremos ir encontrando nuestra claves para acertar, aquí tenéis algunas. Es importante hacer cada uno nuestro propio camino de auto-conocimiento, y construir nuestra libertad de ser y hacer.
Finalmente, esta consciencia del valor de acertar en las pequeñas decisiones del día a día nos abre a una cultura de lo cotidiano, una cultura de vivir el presente, el aquí y el ahora, dando valor a lo sencillo, a lo pequeño, lo que muchas veces no se ve, pero es esencial para nuestra felicidad y nuestro aporte a la de otros.
Si deseas aprender a acertar en tus decisiones, tienes la posibilidad de participar en el curso “Tomar decisiones constructivas” ( http://prh-iberica.com). También está a tu disposición el libro “Saber decidir, clave para ser feliz”, en él encontrarás propuestas concretas para ti.
¡Os deseamos buenos aciertos en vuestras decisiones!
Gracias! 🙏🏻☀️