El milagro cotidiano de las relaciones a largo plazo

María Gómez Navarro

Vie, 05/13/2022 - 09:48

Todos tenemos experiencia de relaciones laborales, de amistad, o de pareja, iniciadas con ilusión y grandes expectativas, pero que no han durado y han acabado en frustración. De ahí una pregunta ciertamente interesante: ¿Qué permite mantener una relación a largo plazo? Este artículo te proporciona algunas claves que favorecen atravesar constructivamente las crisis, señala también actitudes y comportamientos que no ayudan, y te invita a confrontar su contenido con tu experiencia.

Con frecuencia me pregunto qué permite mantener una relación a largo plazo. Sea una relación de amistad, de socios de trabajo o de pareja.

A partir de mi propia experiencia y de escuchar a las personas que acompaño, he constatado que iniciar una relación con buena disposición es algo habitual, ilusionante, fresco, esperanzador; pero mantenerla en el tiempo y que ésta permanezca siendo una relación con buena salud requiere algo más: una determinación especial, un esfuerzo continuo y recíproco que no es fácil de vivir. Lograrlo es casi un pequeño milagro cotidiano.


Primera fase

En un primer momento las personas se conocen y, animadas por una atracción mútua, sea en valores comunes, ideas y proyectos, atracción sensible que les une en gustos parecidos o atracción física, deciden abrirse a dicha relación.

En esta primera fase se vive interés por compartir, apertura y curiosidad para conocer mejor a los otros, gusto por lo complementario y lo diferente, idealización a veces de lo que se vive, expectativas motivantes sobre lo que la relación podrá darnos, proyecciones poco conscientes en algunos casos y, en general, buen clima, alegría, buen talante, ganas de compartir y paciencia ante los primeros desencuentros.

Es verdad que no todas las relaciones que nacen están destinadas a durar a largo plazo. A veces son solo relaciones temporales que cumplen así su función. Sin embargo, cuando intuimos que en algunas de nuestras relaciones hay una riqueza especial, un amor más profundo, un lazo personal o profesional especialmente rico, fructífero, positivo para el despliegue de quienes somos más ampliamente, merece la pena intentarlo. En estas primeras fases de las relaciones estas intuiciones, o incluso constataciones, ya están ahí.

 

Segunda fase

Inevitablemente, pasado un tiempo más o menos largo comienza un segundo momento o “segunda etapa”  más difícil de vivir y atravesar. Lo que en un primer momento se había idealizado en el otro ya no se logra sostener. La realidad es que el otro no es tan ideal. Tiene sus luces y sus sombras y lo que en un primer momento lográbamos minimizar o dejar pasar supone de pronto una carga pesada difícil de llevar. Las expectativas sobre la relación no se están cumpliendo y comienzan las dudas de si nos habremos equivocado en la elección de la pareja, los socios o los amigos. Lo que deseábamos que ocurriera en esta relación no está ocurriendo como habíamos imaginado y necesitaremos abordar una serie de conversaciones difíciles que suelen crearnos mucha pereza, dificultad para afrontar la no armonía, “rumiación” por lo que debería ser el otro y no es, ganas de abandonar, etc.

La forma de comenzar la relación tiene un impacto grande en como cuánto de virulenta es después la “segunda etapa”. Observo que frecuentemente las personas iniciamos  una relación de pareja, de trabajo o de amistad poniendo altas expectativas, a menudo muy poco contrastadas, en quien es el otro/a y lo que aportará en esa relación. Aspiraciones y deseos se confunden con la realidad como si en un primer momento no supiéramos verlo.

Idealizamos  fácilmente a los otros en sus capacidades o en sus intenciones o ambas e interpretamos sin contrastar que viven lo que nosotros vivimos o deseamos vivir. Anhelamos la relación y nos aventuramos a ella  sin detenernos suficiente.

Afrontar esta segunda etapa, en la mayoría de las relaciones, no será fácil  y en ella muchas relaciones acaban finalizando por falta de comunicación en profundidad, negociación para estar mejor, asertividad, respeto mutuo y de la diferencia, aceptación de las limitaciones de cada parte, abrazar la humanidad de las personas, flexibilidad para comprender diferentes perspectivas y trabajo personal para no tratar de dominar al otro o para no terminar sometidos perdiendo una verdadera libertad e igualdad en la relación.

Algunas veces en vez de superar esta fase o salir de ella se permanece en ella durante largo tiempo por miedo a afrontarla. Se deteriora la convivencia o el amor, se buscan motivaciones fuera y se permanece en una relación difícil o aletargada sin solucionarla.

Existen algunos factores que favorecen la posibilidad de atravesar o atravesar mejor la segunda fase de la relación:

  • Que lo que nos une sea especialmente importante para todos los involucrados como para vencer el inconfort de abordar lo difícil: valores comunes, amor mutuo, cariño en la amistad, constatación de una complementariedad profesional que nos enriquece como personas y saca lo mejor de nosotros mismos…
  • La madurez afectiva de cada persona involucrada en dicha relación.
  • La emergencia del  gusto por la verdad en cada persona involucrada.
  • La humildad para reconocer su parte en las dificultades y no echar la culpa al otro de todo.
  • El trabajo personal, especialmente si se descubren transferencias y contratransferencias en la relación.
  • Lograr ajustar las expectativas cuando éstas eran muy altas y poco realistas.
  • Que se mantenga la motivación para estar juntos a pesar de las dificultades.
  • Que se aborden las conversaciones difíciles necesarias con verdadero respeto y apertura para lograr comprender al otro en lo que vive.
  • Que se sepa reconocer su parte y pedir perdón por ello.
  • Que se logre acordar objetivos comunes y realistas para todos.
  • Que se restaure la curiosidad sobre quien es el otro  vs el juicio constante.
  • Que ambas partes ajusten su imagen y no se traten desde una imagen aureolada que sólo genera prepotencia, juicio y desprecio por el/la otro/a, especialmente en los puntos que haya más conflicto.
  • Experiencias previas nuestras o de otros de que esta fase se puede atravesar.
  • Que todas las personas involucradas deseen seguir en relación.

Hay también otras actitudes y comportamientos que no ayudan para atravesar esta segunda fase de la relación. Son comportamientos a veces contrarios a los que sí ayudan. Pero me detengo aquí un poco más para poder explicar mejor su impacto negativo cuando se permanece en los mismos:

  • La imagen aureolada de uno mismo que nos hace sentirnos superiores, en posesión de la “verdad”, despreciando la contribución del otro o su punto de vista, dejando de tratarle con respeto e igualdad.
  • El echar la culpa al otro  de todo sin reconocer un porcentaje, al menos posible, de errores por nuestra parte.
  • La falta de trabajo personal en cuanto a : madurez afectiva,  agresividad, creerse con toda la razón sobre algo, caer en el victimismo y no darse cuenta, someterse de tal forma que se pierde la luz de su propia personalidad.
  • Vivir ciego sobre uno mismo. Conocerse poco dificulta poder afirmarse y expresar lo que uno necesita legítimamente de esa relación porque ni uno mismo sabe lo que le pasa. Lo mismo ocurre cuando lo que está frustrado por la relación es algo que se aspira a vivir y sin embargo no se logra tomar conciencia de ello para poder pedirlo. En general esto deriva en reproches continuos en vez de concretar lo que uno.a necesita.
  • No ser capaz de aceptar un feedback o crítica negativa sin justificarse o atacar al otro. Ser incapaz de encontrar en las críticas algo que nos podría ayudar a crecer.
  • Criticar al otro cuando no está.
  • Falta de capacidad por abrirse a más perspectivas que la propia.
  • Vivir en la ingenuidad y la idealización de que la armonía es posible sin ningún esfuerzo.
  • Posiciones dicotómicas sobre la vida: o blanco, o negro. O conmigo y a mi manera o contra mí.
  • Etc

No lograr atravesar esta segunda fase de la relación trae consecuencias no constructivas para las personas involucradas. Algunas son:

  • Sensación de fracaso puntual o continuado en las relaciones.
  • Victimismo.
  • Baja autoestima.
  • Cerrazón.
  • Malas experiencias que dejan poso y heridas para la siguientes relaciones.
  • Cinismo.
  • Mayor armazón y un sistema de defensa reforzado.

Sólo si se logra superar esta segunda fase se desemboca en una relación más madura, en la que cada persona puede vivirse más libremente y tal y como es, sin tratar de aparentar. Se sabe con qué se puede contar verdaderamente y no se exige otra cosa. Las personas pueden expresarse con apertura de nuevo y exponer su punto de vista sin sentir que serán criticadas por ello o no aceptadas .

Ésta puede ser una etapa rica en creatividad y proyectos más sólidos ya que toda la energía de las personas no está comprometida en el conflicto de la relación. Las personas saben pedirse lo que necesitan sin esperar que se les adivine. Hay libertad para responder desde lo que verdaderamente nos es posible sin miedo al fracaso en la relación ni las consecuencias de perder al otro. Se restaura la confianza mutua. Se espera de forma realista. Se habla claro pero sin perder el respeto y el cariño. Se ama al otro tal como es y no como nos gustaría que fuera. Se benefician mutuamente de la complementariedad y de lo bueno de las riquezas de los otros. Los defectos se aceptan mejor porque se cuenta con ellos a priori. Se está atento para complementar al otro allá donde esa persona no llega. Cada uno aporta más libremente lo que le es posible. Se vive más gratuidad en la relación.

Atravesar constructivamente los conflictos es lograr embarcarse en  pequeños milagros cotidianos de crecimiento y respeto mutuos que afianzan un amor más verdadero. ¿Te animas a considerarlo?

En PRH podemos acompañarte para poner tu parte en la mejora de tus relaciones:  mediante el acompañamiento personal  y con diferentes cursos, especialmente  Desplegar mi capacidad de amar y  Vivir mis relaciones con lucidez.


Comentarios

Sarah
21 Noviembre 2024
Muy ilustrativo para identificar y reflexionar. Gracias!!
Eugenia
21 Noviembre 2024
Me queda la sensación que estas 3 etapas no necesariamente son lineales en el tiempo, hay un tiempo fecundo y de creatividad en cada uno de ellos y es cierto que a lo largo de los años las relaciones se consolidan o no. Muy bueno el detalle de los factores y actitudes que inciden. Las relaciones a largo plazo todo un desafío!!!

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