Si conecto la alarma del despertador quince o treinta minutos antes de lo que estoy acostumbrada porque me resulta más interesante, más gratificante aprovechar hasta el último momento el gozo de estar en la cama, ese detalle puede marcar la diferencia entre amanecer deprisa o poder despertar sabiendo que tengo la oportunidad de darme cuenta de que comienza un nuevo día, una nueva oportunidad para afrontar con energías renovadas durante el descanso lo que voy a poder vivir ese día siendo yo la protagonista, la que va a decidir cómo me gustaría vivirlo…, apostando por construirlo y no dejándome atrapar en la vorágine del "tengo que hacer, quiero hacer, me exigen hacer...".
Esta última forma de vivir me lleva a dejarme arrastrar por situaciones, momentos, personas ante las que mi vida pierde su intensidad. Me alejo de quien soy, de lo que necesito vivir para sentirme bien, conectada con mis entrañas, donde la VIDA en mí vibra y me invita cada día a dar lo que puedo cada vez para poder crecer y desarrollarme en mi dignidad y valía humana. ¡Qué importante es escuchar esas entrañas en mí!
Me ayuda a darme cuenta de lo que tengo entre manos. De los pequeños y sutiles momentos que, pareciendo insignificantes, sin embargo me hablan de lo que aspiro a vivir, de cómo necesitaría vivirlos para ser feliz.
Creo que ahí está la clave para no dejarme arrastrar. Poder parar para agradecer la nueva oportunidad que se me brinda, sabiendo que puedo gestionarla, que depende de mí, de las buenas actitudes que pongo en marcha: la apuesta por querer vivir bien y consciente cada momento de mi día a día, abierta a toda mi realidad, ajustándome a ella y a mi posibilidad de hoy; poder disfrutar contemplando con mis entrañas de vida la oportunidad que se me presenta, sea buena (lo que me ayudará a fortalecerme) o sea conflictiva, complicada y por tanto más difícil (porque en ella también, si creo en mí, si me apoyo en mis fortalezas, podré salir airosa de las diferentes situaciones). En ambos casos se me presenta una buena oportunidad para celebrar, agradecer mi vida. Viviéndola así, la alegría por quien soy brotará con naturalidad, viviré más feliz en el encuentro con las personas, disfrutaré de esos pequeños momentos porque son ellos los que abren el surco de mi vida. Si ,además, me abro a acoger con humildad para aceptar lo que me viene, la gestión de ese momento viviéndolo en coherencia a quien soy de fondo me resultará más sencilla de vivir. Un impulso de VIDA me acompañará y me lanzará a recorrer mi camino con Determinación y Fuerza.
Os invito a preguntaros… ¿Cómo vivo mi día a día?
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